ABRAZANDO A MI SOMBRA
- Maria Emilia Sanchez

- 15 nov 2018
- 4 Min. de lectura
Soy sombras y luces, represento la noche y el día, soy tierra y soy mar, soy alegría y mi boca se tiñe de una gran sonrisa y cuando la tristeza llega baña mi rostro de lágrimas. Soy universo y también un ligero fragmento de él. La unidad entre todo aquello que se da en mí como ser universal. Desde mi oscuridad el aprendizaje es sabio y mi crecimiento personal se cuece con fuertes cimientos, así que bendita sea; me rindo ante ella como un pupilo sediento de conocimientos ante su maestro.
Soy todo aquello que necesito ser para cumplir mi función de vida y lo acepto desde la gratitud y la paz que produce la rendición a mi propia esencia.
Hubo un tiempo en el que no entendía para que servían las sombras, solo representaban la parte oscura de mi vida, sin más. Y me enfadaba con ella y gritaba al viento lo desdichada que me sentía por todo lo “malo” que me sucedía y me preguntaba que había hecho “yo” para que me pasaran ese tipo de cosas.
Sufría por no sentirme feliz con lo que la vida me ofrecía y culpaba a los demás de mis pesares sin hacer ningún tipo de lectura a los regalos que la vida me ofrecía en cada instante de mi existencia y así sencillamente el tiempo pasaba sin la toma de consciencia, en la ignorancia de conocer el mensaje que estaba escrito, exclusivamente para mí, para mi progreso personal y la extensión que esto conlleva al resto de mi vida y a todas las personas y situaciones que me rodean.
Ahora, sé que eres mi aliada, mi amiga, mi amante, mi compañera, eres madre y padre; eres la vida en sí misma y perteneces a mi estructura fundamental. Bendita sombra, llena de luces en la inmensidad de la noche allá donde la luz natural no es capaz de llegar.
Querida sombra, te acepto como parte de mi vida y me declaro en total rendición hacia ti, dispuesta a seguir el camino que tienes determinado para mí. Ahora que te escucho, tomo consciencia del espejo que me proporcionas en cada momento.
Recuerdo a un hombre que paso por mi vida, no fue el primero ni el último, aunque si el detonante para mi gran cambio. Ni tan siquiera estuve enamorada de él, aunque resonaba conmigo de una manera tan fuerte para que tomara consciencia. Cuando no ves el espejo que la vida te pone delante de ti y aprendes de él, tranquilo; te pondrá otro. Me engañaba, no me quería ni me respetaba y pensé tanto cuál era el motivo para que me tratase así. No necesitaba discurrir hasta la fatiga, era más que evidente; representaba mi sombra, todo lo que yo me engañaba, no me quería y por supuesto todo lo que no me respetaba.
Como no lo hacía mi inconsciente me envío un gran tesoro, alguien que reflejara mi desvalorización para que tomara consciencia y comenzará a amarme con fuerza, a respetarme y a darme todo el cariño que me merezco.
Así funciona el juego de luces y sombras. Solo cuando te has besado la boca con tu sombra podrá saborear los manjares que ofrece tu propia luz desde la toma de consciencia y sosiego que produce la libertad del crecimiento personal. A medida que evoluciono, mi percepción se vuelve más potente y rápida en la lectura de los espejos y también golpea más fuerte si la ignoro porque cuando se toma consciencia, solo hay una posible opción; actuar… para establecer una conexión diferente con la nueva perspectiva.
Este chico fue un gran espejo para mí y se lo agradezco porque ahí comenzó el gran cambio en mi vida y te aviso de que no hay vuelta atrás…
He sentido las sombras más potentes rodeada de luces y he sentido no tener nada cuando lo he tenido todo. He sentido el brillo del sol y el reflejo del mar en mi piel, rodeada de sombras y he vibrado en abundancia cuando aparentemente no he tenido nada. La dualidad del pensamiento es muy potente y al mismo tiempo tremendamente frágil, todo depende del poder que yo delegue en él.
Una mañana amanecí con el pelo encendido del dorado más bonito que mis hermosos ojos vieron jamás y decidí aceptarme con mis sabores y mis sin sabores. Amarme tal cual soy y dejar de luchar por ser alguien que nunca seré, sabes algo; soy única y exquisita como un buen plato de mi tierra, la tierra del sol y el mar brillante, de las callejuelas con encanto, su brisa y sus vientos alisios.
Hoy me he encaprichado de mis sombras, dispuesta a conocer todo lo que me ofrecen, ahora sé que son un regalo y aprendo tanto cada instante de mi vida. Cuando aparecen me siento triste y me disgusto, aunque ahora identifico con más facilidad lo que significan y agradezco la opción que me presentan porque sin ellas no se daría mi evolución y mi aprendizaje. Me muestran el camino hacia un nuevo paradigma de vida, donde todo se vuelve cálido y liberador.
Respiro el aire fresco y las lágrimas que salen de mis ojos me hacen sentir de otra manera, evocadoras de felicidad y bienestar personal.
Me encapriché de tu aroma en las madrugadas eternas, allá donde los rayos del sol no me protegían y disfrazaban las mañanas de falsos buenos días.
Me encapriché de ti, aun cuando no te quería y te repudiaba por todo lo que mostraban ante mis ojos incrédulos ante lo que veían.
Me encapriché de ti aquella tarde cuando me arrancaste el alma arrojándome verdades como puños a la cara y aunque no te di permiso para ello, tú lo hiciste.
Me encapriché de ti a deshoras, a destiempos y te comí como a la fruta fuera de temporada; con ansias. Y sabes, se ha convertido en un idilio de esos de películas en lo que él la amará a ella en un por siempre, tan eterno como la infinitud del tiempo y lo más importante es que; te correspondo, aunque he de confesarte que no fue amor a primera vista.
¿Y tú, vas a hacer las paces con tu sombra? Te invito a que la acaricies y la mires con ternura y la escuches atentamente como si de la melodía más bella se tratase. Aprenderás tanto que no podrás dejar de escucharla…
LAS SOMBRAS Y LAS LUCES SE ENTREMEZCLAN Y DA IGUAL LO OSCURA QUE SEA, SIEMPRE VENDRÁN ACOMPAÑADAS DE LUZ.

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